Salpicaduras de sangre

Relato: Demasiado profundo

La hoja se deslizó con una suavidad increíble, como si la piel estuviese deseando abrirse ante el acero inoxidable. Una sangre oscura comenzó a manar, resbalando por su brazo, hasta convertirse en gotas saltando al vacío desde sus dedos. Contuvo la respiración mientras notaba extenderse el dolor por su brazo, hasta rebotar en las paredes de su mente, quemándolo todo a su paso.

Y pensó en Julia otra vez. Y se odió a sí mismo por hacerlo. Otra vez.

Apretó los ojos con fuerza, intentando aplastar las imágenes entre sus párpados. Los recuerdos se mezclaban con su sangre, sus lágrimas y su saliva, como un fluido más, pero arreglándoselas para salir siempre a flote.
Cogió el cuchillo con la otra mano y acercó el filo a la pierna derecha despacio, vivenciando el momento, casi saboreándolo. Julia estaría horrorizada si lo viese así, pensó, y el pensamiento le arrancó un gemido que le sonó extraño, como si no proviniese de él.
Cerró los ojos de nuevo y hundió el acero en la carne. Esta vez el dolor llegó rápida e intensamente, tanto que no pudo evitar abrir los ojos y la boca, en un rictus mudo del que alguien podria dudar si sería de agonía o placer.
Las imágenes se aceleraron, abofeteándolo con lucidez. Julia se alejaba, pero el dolor permanecía, la miseria de sí mismo continuaba alrededor, resbaladiza.
Todo empezo a darle vueltas, seguía queriendo olvidar, pero el dolor parecía ser la única constante a la que aferrarse. Y cuando empezó a diluirse, poco a poco, como la sangre que se escurría por el desagüe oxidado, se dio cuenta de que pronto terminaría todo. De que esa vez, había hecho el corte demasiado profundo.

Este relato fue publicado en el microfanzine de La Tuerka 27 número 2, de julio de 2014.

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