Carl T. Dreyer

La búsqueda del estilo

Me encantan los libros escritos por directores. En general, me encantan los libros escritos por gente que se para a pensar sobre lo que hace y plasma su teoría en el papel. Es con los que más se aprende, porque provienen directamente de la experiencia y de la reflexión.

El estilo cinematográfico es algo que tienen los buenos directores y, por supuesto, los grandes directores. Es algo por lo que se preocupaban, puesto que realmente es lo que diferencia a unos de otros.

Pero el estilo no es exclusivo de los grandes, no debemos pensar que sólo quienes se dedican al cine deben tenerlo o cultivarlo. Si realmente amamos lo que hacemos, deberíamos reflexionar a fondo sobre nuestro estilo. Por dos sencillas razones:

1. Es lo que nos diferencia del resto.
2. Es el valor añadido que tiene nuestro trabajo.

Diferenciarse es importante, porque nos da una identidad. Dreyer o Truffaut eran directores muy preocupados por el estilo, de tal manera que podemos detectar en seguida una película suya, con sólo ver algunos planos. Sin irnos tan atrás, ahí tenemos a Eastwood, Scorsese o Tarantino, inconfundibles. Su cine tiene rasgos únicos, propios de la personalidad de cada uno.
Al diferenciarnos, se nos puede reconocer y así se nos puede desear. Los clientes nos buscarán porque les gusta nuestro estilo o porque encaja con lo que están buscando, igual que vamos al cine a ver las películas de nuestros directores favoritos.

Cuando tenemos estilo, aportamos algo más que un simple vídeo, le damos una personalidad, una intención: transmitimos algo. Ese valor añadido no se puede medir, no se le puede poner precio, pero supone una notable diferencia. Y los clientes lo notan, porque no son tontos.

Pero cuidado: no estoy hablando de simple estética, no se trata de repetir planos o de grabar sólo en blanco y negro. No tiene nada que ver con saturar los colores o usar 3D en la postproducción. Michael Bay tiene una estética característica, podemos reconocer una película suya por un mero fotograma, pero no tiene un estilo. Al menos, por ahora. No estoy diciendo que sea incapaz de tenerlo, sólo digo que hasta ahora no le ha preocupado. Sin embargo, sí tiene una forma de hacer las cosas (a lo grande) y siempre se ha preocupado por hacerlas así. Su característico travelling circular contrapicado o sus fondos azules contrastados con el naranja veraniego constituyen una elección estética, no de estilo. Muchas veces, no dicen absolutamente nada. Pero quedan bien.

El mayor riesgo que corremos es justificar un plano diciendo que «queda bien». Tanto en rodaje como en montaje, si no podemos argumentar por qué estamos haciendo eso, probablemente estemos cometiendo un error. Aunque hay excepciones: la intuición. Hay directores que ruedan planos de forma intuitiva y no saben explicar en el momento qué justificación pueden tener. Claro que, para hacer eso, hay mucho trabajo y experiencia detrás. Y al final, siempre aparece el porqué. Digamos que ruedan para descubrir lo que quieren contar, en lugar de rodar porque quieren contar algo. Son casos menos frecuentes.

La búsqueda del estilo a veces es breve y otras lleva una vida entera, pero mientras lo persigamos, estaremos en el buen camino. Ahí van unas lecturas recomendadas, para ir empezando:

Reflexiones sobre mi oficio, de Carl Theodor Dreyer
Lecciones de cine, de Laurent Tirard
Más lecciones de cine, también de Laurent Tirard
Esculpir en el tiempo, de Andrei Tarkovski
El cine según Hitchcock, de Françoise Truffaut

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